Cada vez son más los profesionales sanitarios que
abogan por una forma diferente de fomentar hábitos saludables por medio de la
educación para la salud. El cambio del miedo por la diversión es la clave. La
práctica de hábitos saludables debe ser un aliado para encontrar la felicidad
personal. La práctica de un estilo de vida saludable no debe perseguir
exclusivamente no enfermar o una imagen corporal concreta. Estos logros serán
secundarios y vendrán por añadidura si disfrutamos con el proceso que conlleva
el cuidar la salud. Para modificar conductas es esencial que las personas se
encuentren bien con ellas mismas. Incluso fisiológicamente es necesario. Según manifiesta Mario Alonso Puig, sólo podemos aprender y cambiar conductas cuando segregamos
dopamina que favorece la regeneración neuronal. Esta segregación se produce
cuando nos encontramos en un estado de bienestar físico, metal y social que nos
permite emprender actividades creativas. Por el contrario, cuando sentimos
temor o miedo segregamos cortisol y glutamato que favorecen la destrucción
neuronal.
Existen autores como Jose Antonio Marina que son críticos con las prácticas pedagógicas basadas en el miedo
por la falta de efectividad para promover cambios conductuales y por el potencial efecto nocivo sobre la autoestima. Esto es debido
principalmente a la paralización que producen estos discursos. El miedo se ha
utilizado para motivar cambios por la capacitad “positiva” de poner en alerta a
los individuos para actuar con prudencia. Sin embargo, cuando el miedo no se
controla paraliza a los individuos y los transforma en personas inseguras.
Estos mensajes basados en el miedo se utilizan con frecuencia en los programas de promoción de la salud. El miedo a la enfermedad es utilizado como motivador para practicar hábitos saludables generalmente relacionados con el fomento de la actividad física y una alimentación equilibrada. El cuidado de hábitos
alimentarios y los patrones de actividad física son esenciales para contribuir
a un estilo de vida saludable. Sin embargo, para ser sostenidos en el tiempo, es
necesario prestar atención a otras variables. La clave está en interiorizar el
cuidado de uno mismo de forma subjetiva para gestionar nuestra salud dentro de
un estado emocional positivo. No infundir miedo es fundamental para enseñar y
fomentar cambios sobre las actitudes. Quizás la falta de
atención a este particular es una de las razones del fracaso de los programas
de educación para la salud que tienen como objetivo la promoción de hábitos
saludables en relación con la actividad física y la alimentación equilibrada.
¡Excelente! Gracias por escribir sobre esto, es un alivio y un gusto. Lo peor es cuando intentamos motivarnos a nosotros mismos con ese mismo miedo, creyendo que nos estamos haciendo un bien. Triste realidad.
ResponderEliminarUn saludo cordial