viernes, 25 de enero de 2013

El miedo no es un buen docente.


Cada vez son más los profesionales sanitarios que abogan por una forma diferente de fomentar hábitos saludables por medio de la educación para la salud. El cambio del miedo por la diversión es la clave. La práctica de hábitos saludables debe ser un aliado para encontrar la felicidad personal. La práctica de un estilo de vida saludable no debe perseguir exclusivamente no enfermar o una imagen corporal concreta. Estos logros serán secundarios y vendrán por añadidura si disfrutamos con el proceso que conlleva el cuidar la salud. Para modificar conductas es esencial que las personas se encuentren bien con ellas mismas. Incluso fisiológicamente es necesario. Según manifiesta Mario Alonso Puig, sólo podemos aprender y cambiar conductas cuando segregamos dopamina que favorece la regeneración neuronal. Esta segregación se produce cuando nos encontramos en un estado de bienestar físico, metal y social que nos permite emprender actividades creativas. Por el contrario, cuando sentimos temor o miedo segregamos cortisol y glutamato que favorecen la destrucción neuronal.

Existen autores como Jose Antonio Marina que son críticos con las prácticas pedagógicas basadas en el miedo por la falta de efectividad para promover cambios conductuales y por el potencial efecto nocivo sobre la autoestima. Esto es debido principalmente a la paralización que producen estos discursos. El miedo se ha utilizado para motivar cambios por la capacitad “positiva” de poner en alerta a los individuos para actuar con prudencia. Sin embargo, cuando el miedo no se controla paraliza a los individuos y los transforma en personas inseguras.

Estos mensajes basados en el miedo se utilizan con frecuencia en los programas de promoción de la salud. El miedo a la enfermedad es utilizado como motivador para practicar hábitos saludables generalmente relacionados con el fomento de la actividad física y una  alimentación equilibrada. El cuidado de hábitos alimentarios y los patrones de actividad física son esenciales para contribuir a un estilo de vida saludable. Sin embargo,  para ser sostenidos en el tiempo, es necesario prestar atención a otras variables. La clave está en interiorizar el cuidado de uno mismo de forma subjetiva para gestionar nuestra salud dentro de un estado emocional positivo. No infundir miedo es fundamental para enseñar y fomentar cambios sobre las actitudes. Quizás la falta de atención a este particular es una de las razones del fracaso de los programas de educación para la salud que tienen como objetivo la promoción de hábitos saludables en relación con la actividad física y la alimentación equilibrada.

 

1 comentario:

  1. ¡Excelente! Gracias por escribir sobre esto, es un alivio y un gusto. Lo peor es cuando intentamos motivarnos a nosotros mismos con ese mismo miedo, creyendo que nos estamos haciendo un bien. Triste realidad.
    Un saludo cordial

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