martes, 14 de abril de 2015

Acoso social a las personas obesas


Diferentes investigadores se muestran críticos con los discursos que sociedades científicas y autoridades sanitarias ofrecen sobre la obesidad y el control del peso corporal. Gard y Wright afirman que las diferentes disciplinas que estudian e investigan sobre la obesidad presentan discursos con una carga moral e ideológica muy acusada. Proponen una actitud reflexiva sobre la necesidad de analizar en profundidad la situación actual en relación a la obesidad y el tratamiento social de las personas obesas que son catalogadas como enfermos afectados por una “epidemia de la obesidad” o “epidemia del siglo XXI”.






Los investigadores críticos con el planteamiento de tratar social y sanitariamente el problema de la obesidad como una epidemia advierten que se ha optado por generalizar acerca de las causas y las consecuencias de estar obeso y ello conlleva ciertas dificultades. La principal es la de convivir con los efectos de su particular concepción del problema, estar obeso es igual a estar enfermo. Estos autores entienden que esta ideación se deriva de una compresión limitada, insuficiente y/o parcial de la obesidad, la alimentación, la actividad física, la sociedad y la cultura.

 

 Gard y Wright sugieren que nos fijemos en la noción de que todo el mundo y en todas partes puede ser una víctima potencial de la crisis de la obesidad. Esta noción es transmitida como una verdad probada, que supone como mínimo, una exageración. De hecho, afirman que el predominio de esta explicación biomédica, desprecia las dimensiones socio-culturales, económicas, étnicas y de género que deben presentar el análisis multifactorial de la obesidad.

 

Campos afirma que se está realizando a nivel mundial una persecución del “gordo". El individuo obeso se encuentra en el centro de una tormenta de intereses y, aunque sea consciente del alcance de su proble­ma, se ve incapaz de conseguir el cambio que unos le piden, pero otros le dificultan, luchando continuamente en contra de una oferta ilimitada de ocio sedentario y alimento. Se sien­te culpable de ser obeso y culpable de no ser capaz de solu­cionarlo. En este ambiente no es difícil acabar en el aislamiento y la depresión. 

 

López de la Torre y Bellido se preguntan sobre esta persecución social del obeso y su posible estigmatización, “¿hasta dónde debería presionar la sociedad a un obeso bien informado y con suficiente capacidad de decisión para cambiar sus hábitos de vida en aras de un beneficio perso­nal, social y económico?” Es indudable que las personas con sobrepeso y obesidad sufren una presión moral sobre su cuerpo superior al resto de la sociedad. En la sociedad actual el ser obeso tiene una vinculación casi directa con conceptos como falta de voluntad, de autocontrol, dejadez y pereza. Aunque la presión sobre la imagen corporal comprende un amplio espectro, bien por estar demasiado gordo o demasiado delgado, por ser demasiado sedentaria o ser demasiado propensos a comer alimentos poco saludables, la sociedad no se cansa de recordarnos nuestras imperfecciones. Tal es la presión a la que esta sometida la población para hacerse responsable de su imagen corporal que investigadores como Campos aseguran que hemos construido una cultura que garantiza que pocas personas estén en paz con su cuerpo. Estas actitudes influyen negativamente en la percepción que una persona tiene de si misma afectando negativamente a su autoconcepto y autoestima. Estos procesos favorecen la génesis de trastornos de la alimentación como la bulimia o la anorexia dónde existe una distorsión de la imagen corporal.






Gard M, Wright J. The obesity epidemic. Science, morality and ideology. Londres: Routledge; 2005.

Campos, P. The obesity Myth. Nueva York: Gotham Books; 2004.

López de la Torre M y Bellido D. El acoso social del obeso. Revista Española de Obesidad 2008; 6 (Pt5): 235-6.

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